La función de las mujeres en la Iglesia

La función de las mujeres en la Iglesia

Reflexión a partir del pasaje de las bodas de Caná del evangelio según San Juan.

En las bodas de Caná (Juan 2,1-11), Jesús se presenta como la encarnación de la divina Sabiduría, proporcionando el vino en abundancia y generando la fe en los discípulos[1]. También María, quien es mencionada como la “madre de Jesús”, en lugar de por su nombre, aparece con una función simbólica. Ante la gran divergencia existente en torno al significado de las palabras y acciones de María en este relato[2], me limito a recordarla sin intentar hacer una exégesis de Juan, ni contrariar las ya existentes.

Tomando la reflexión feminista sobre este episodio, podemos ver en la iniciativa de María, la actitud de una mujer que rebasa las expectativas sobre una feminidad idealizada: habla, actúa y se hace cargo de la situación. Aparece como un ejemplo para las mujeres que luchan por la justicia. Y motiva a un compromiso activo en una praxis crítica[3]. También “…el ‘no tienen vino’ resuena con esperanza crítica a favor de la plena participación de la mujer en los ministerios de la Iglesia”[4]. Las teólogas I. Gebara y M. C. Bingemer, interpretan a María como una entre la gente, expresando la esperanza del necesitado. María está mandándonos a actuar, desafía con su súplica al cuerpo de Cristo hoy, especialmente a las naciones ricas del mundo[5]. En su “no tienen vino” (v.3) “…podemos leer el deseo profundo que el pueblo sentía de su libertad […]. Falta el vino, escasea. Y María –figura del pueblo que comprueba ese hecho- espera, desea, obra, para que lleguen los tiempos mesiánicos tan ardientemente esperados”[6].

En el comienzo de los signos de Jesús se encuentra su madre, y más que eso, ella lo impulsa. Es importante lo que plantea M. Navarro, cuando comentando el relato nota que en el comienzo, en el v.1, se nombra a María primero y luego aparte, a Jesús y sus discípulos. Al final María es nombrada entre Jesús y sus discípulos junto con los hermanos de Jesús, “…parece decir que ella ha realizado el paso de una familia biológica a una familia personal y de fe (familia teológica)”[7].

Junto a otras mujeres que aparecen en el evangelio de Juan, como la mujer samaritana, Marta de Betania, María de Betania y María Magdalena, María realiza un papel realmente significativo, ella impulsa con su iniciativa, el comienzo del ministerio público de Jesús. La presencia de María es activa y eficaz, “…se muestra como auténtica pro-vocadora del signo; en este sentido es de nuevo profeta”[8]. Al llamar a su madre “mujer”, Jesús la relaciona con estas otras mujeres, quienes son también llamadas así en el evangelio. Anticipa el diálogo con la samaritana, en donde también es mencionada la “hora”. “La mujer de Caná inicia y la mujer de Samaria extiende”[9]. También es anticipada la escena en la cruz (Jn 19,27), cuando se realiza lo iniciado en Caná y que había sido ampliado por la samaritana en sentido de universalidad. Del mismo modo, nos anticipa Jn 20,15, donde María Magdalena es llamada “mujer”, quien saldrá a anunciar lo que Jesús le ha dicho. Siendo muy distintas, se ven relacionadas en un plano simbólico por el término “mujer”[10].

Para las estudiosas feministas, el profundo conocimiento de Jesús que presentan las mujeres en el evangelio de Juan, se debe a que han tenido una fuerte posición en su comunidad eclesial. En muchas ocasiones aparecen como discípulas ejemplares y testigos apostólicas. El papel de María Magdalena es especialmente destacado, pues ella es llamada “apóstola de los apóstoles”, el Señor resucitado se apareció ante ella y la envío a predicar el evangelio[11]. En cuanto a María de Nazaret “bien podría ser también que haya que considerar como una figura apostólica a esta mujer que conoce los poderes de Jesús y manda a otros que lo obedezcan”[12], “Nuevamente Dios, en su Hijo, necesita de la palabra de María”[13].

Por último, es provocadora también, la imagen de mujer festiva que puede descubrirse en este relato. Esta imagen brinda una memoria poderosa para la vocación de las mujeres en la Iglesia y en el mundo, en mutua colaboración con los hombres que viven hoy la fe[14]. La vemos presente en un ámbito de celebración del amor, la afectividad, el compromiso, la posibilidad de una familia, y no está presente de un modo pasivo, sino plenamente activa, posibilitando que la fiesta continúe, pero en un sentido mucho más profundo del aparente. Podemos descubrir a María “…presente y activa en la pequeña y cotidiana historia de los hombres”[15] y continuar haciéndola presente en nuestra vida en la Iglesia hoy.


[1] Al igual que en el resto del evangelio de Juan, este pasaje realiza un nutrido uso de simbolismos. En él, la abundancia del vino significa el abundante don de la salvación.

[2] Ver: José C. R. GARCIA PAREDES, Mariología, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1995, 132; Elizabeth A. JOHNSON, Verdadera hermana nuestra. Teología de María en la comunión de los santos, Herder, Barcelona 2005, 332.

[3] Cfr., Elizabeth A. JOHNSON, Verdadera hermana nuestra… 333.

[4] Ibid., 334.

[5] Cfr., Ibid., 334.

[6] I. GEBARA – M. C. BINGEMER, María, mujer profética. Ensayo teológico a partir de la mujer y de América Latina, Ediciones Paulinas, Madrid 1988, 91. En Caná se celebra “la alianza de Dios con la humanidad, iniciada en el Sinaí y definitivamente confirmada en Pascua”. Ibíd.

[7] M. NAVARRO PUERTO, María, la mujer. Ensayo psicológico bíblico, Publicaciones Claretianas, Madrid 1987, 138. Esta afirmación iría en contra de la teoría de que María no formó parte de la comunidad de discípulos que siguió a Jesús durante su ministerio. Ver: Elizabeth A. JOHNSON, Verdadera hermana nuestra… 257.

[8] M. NAVARRO PUERTO, María, la mujer…130.

[9] José C. R. GARCIA PAREDES, Mariología… 140.

[10] Cfr., Ibid., 140-141.

[11] Con respecto a la valoración positiva de María Magdalena, es de gran interés el artículo de Elisabeth MOLTMANN WENDEL, “Maternidad o Amistad”, Concilium 188 (1983) 209-218. En él se denuncia claramente, las deformaciones y olvidos en relación a la figura de María Magdalena principalmente, como también en relación a María y otras mujeres de la Biblia. También atestigua la contraposición que se ha generado a lo largo de los siglos de la cristiandad entre María y las demás mujeres bíblicas, y en este sentido, adquiere mayor valor el intento de muchas teólogas feministas, entre ellas E. Johnson, de reestablecer la relación entre ellas, lo que puede resultar en gran riqueza teológica.

[12] Elizabeth A. JOHNSON, Verdadera hermana nuestra… 336. “Haced lo que él os diga”. Con estas palabras María pide a los servidores que adopten una actitud de alianza con respecto a Jesús, repitiendo la profesión de fe que el pueblo elegido expresó en el Sinaí (Ex 19,8). Cfr., José C. R. GARCIA PAREDES, Mariología… 142. También I. GEBARA – M. C. BINGEMER, María, mujer profética…92. Sobre la palabra mediadora de María en contexto de alianza: M. NAVARRO PUERTO, María, la mujer… 134-135.

[13] M. NAVARRO PUERTO, María, la mujer… 134.

[14] Cfr., Elizabeth A. JOHNSON, Verdadera hermana nuestra… 337.

[15] M. NAVARRO PUERTO, María, la mujer… 133.


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