Karl Rahner: algunas de sus contribuciones a la marialogía

Karl Rahner: algunas de sus contribuciones a la marialogía

En un ensayo suyo, Karl Rahner[1], advierte la íntima ligazón existente en la Iglesia entre la imagen de María y la imagen de la mujer en un momento determinado. Mientras en las condiciones actuales se hace evidente el cambio radical de la cultura que se ve reflejado en las mujeres, se van planteando cuestionamientos muy importantes e inquietantes sobre la imagen de María. Frente a los reclamos de las mujeres, sugiere el autor, que los varones dejen de escribir sobre María, para dar lugar a que sean ellas mismas las que hablen de ella. Es hora de que salga a la luz tanta sabiduría guardada por tanto tiempo. “La mariología, hoy y en el futuro, tiene una gran tarea por delante si quiere lograr una imagen de María que realmente se adecue a la existencia religiosa de la mujer en cuanto tal. Probablemente se trate de una imagen que sólo pueden producir con autenticidad las mujeres, mujeres teólogas”[2]. También prevé que la historia de la mariología en el futuro no consistirá en un crecimiento cuantitativo de dogmas marianos, sino que se verán los dogmas ya promulgados en sentido nuevo, a la luz de un nuevo horizonte de comprensión, asimilando su perfil teológico y espiritual de una forma renovada[3]. Propone realizar una mariología “ascendente”, desde abajo, es decir, que la mariología dogmática tome para su problemática, su método de trabajo y las respuestas referidas a María, datos de la exégesis histórica moderna[4].

Rahner: contribuciones a la mariología

Con el transcurrir de la historia, la Iglesia ha ido adecuando a los tiempos el ideal del discípulo cristiano otorgándole diversos roles simbólicos a María. En el fondo, es una comprensión cristiana de la condición humana en la que se implican lo devotos[5]. “Cuando estamos envueltos en nuestras devociones a María, estamos comprometidos en una comprensión  cristiana de la condición humana”[6]. La teóloga E. Johnson afirma: “Como ha dicho Rahner, ‘la Iglesia no conoce la vida de María, sino lo que ha de decirse acerca de María al confesar la fe y al alabar la gracia de Dios’ ”[7].

Señala el autor también que: “por supremamente elevada que pueda ser nuestra naturaleza espiritual, seguimos siendo siempre seres históricos concretos, y por ello no podemos considerar dicha historia como algo sin importancia para la más alta actividad de nuestro espíritu, la búsqueda de Dios”[8]. Partiendo de esta afirmación, concurrimos en que María debe ser tenida en cuenta como una mujer concreta con una historia que tuvo que configurar su vida. En ella se revela de un modo especial cómo Dios se relaciona con el género humano. “También nosotros somos los que son llamados, que se ven envueltos desde el principio hasta el fin por el poder, el amor y la fidelidad de Dios hacia nosotros, incluso en lo que es más individual y propio nuestro”[9].

La gracia increada, o sea, la autocomunicación de Dios a la criatura, su presencia en la existencia humana[10], se presenta reorientando la forma de pensar con respecto a la teología neoescolástica, la cual se ocupaba principalmente de la gracia creada, el don dado a la criatura por Dios, que quita la mancha del pecado. Ya no se habla de la gracia como algo mesurable, sino como el don interpersonal del propio Espíritu de Dios. En palabras de Rahner: “El propio Dador es el don”[11]. La gracia es entendida así como oferta permanente de amor de Dios, no como algo que pueda perderse fácilmente por el pecado. Se convierte en constitutiva de la condición humana, mejorando y perfeccionando la naturaleza humana por la unión con Dios vivo, dotando a la vez de importancia todas las cosas humanas. Por eso es para todas las personas y en todos los tiempos, por la voluntad salvífica universal de Dios[12].

Si hacemos caso a la aseveración de Rahner de que la autonomía humana y la cercanía de Dios por la gracia, crecen en proporción directa[13] y no inversa, como afirmaba el modernismo, vemos claramente que este don singular a María, no la aleja de la humanidad, sino al contrario. “La realidad es que frecuentemente nosotros pensamos que santidad y ausencia de pecado son incompatibles con la vida ordinaria sobre esta tierra dura, donde la gente ríe y gime, nace y muere. Creemos que la santidad, si de hecho existe,  tiene que tener una forma celestialmente etérea o que, como mínimo, sólo puede prosperar lejos del duro mundo diario de la existencia humana ordinaria, tal vez tras los muros de un convento”[14]. Desde ésta observación podemos comprender que María realizó un camino humano real y concreto, sin abstención del sufrimiento y los avatares de la vida.

Durante el Concilio Vaticano II, se presentó una disyuntiva a la hora de encontrar un principio fundamental para la mariología. Mientras muchos teólogos defendían la maternidad  de la Virgenpara ocupar este lugar, Karl Rahner, discrepando con sus colegas, propone que debe ser la gracia y no la maternidad, la que funcione como idea guía en la mariología. Dios concede a todos el don de la gracia, la gracia increada como don de sí Mismo, lo que nos hace dispuestos a “que toda la infinita vida gloriosa de Dios Uno y Trino entre en el corazón de esta minúscula criatura”[15]. Rahner ve en María la realización efectiva del don de Dios en la gracia. “Ahora bien, lo que María tiene será también nuestro en último término. También nosotros llegaremos a ser lo que ella es”[16]. La realidad última será Dios mismo, por lo que el autor propone reintegrar a María en la teología[17].

También la veneración de los santos debe estar en la oración oficial de la iglesia, aunque esto no sea obligatorio para cada individuo en su oración privada, porque así se proclama la victoria, no de un mero ideal lejano, sino de una posibilidad real encarnada en personas concretas[18]. Invocando a uno, en este caso a María, invocamos a todos, porque nos hacemos presentes en la comunidad de todos los redimidos[19]. Cuando buscamos encontrarnos con todos los santos como con María, intentamos lograr una conexión existencial que llene de esperanza el presente a través de la memoria. Termina siendo un encuentro con Dios mismo en la experiencia de la vida[20].

En su artículo “María en la fe y en la vida cristiana”, bajo el título “Solidaridad con los muertos”, Rahner reflexiona sobre la relación de todo creyente con ellos, como una relación con una personalidad viviente y consumada en Dios, señalando el olvido de este símbolo tan caro para los cristianos, en los últimos siglos. El autor presenta la comunión de los santos entre las raíces del culto mariano señalando que “…el culto de los santos: se trata de la glorificación de la llegada de Dios a los hombres”[21] y advierte: “Volver al culto mariano significa volver a realizar existencial y religiosamente aquello que es propiamente cristiano”[22]. Como el culto a los santos se dirige a personas reales, también ocurre eso con María. Personas concretas quienes han sido salvadas en la particularidad de su historia terrena[23].

En la conciencia de la necesidad de realizar nuevas lecturas en torno a María considerándola como una persona con una historia concreta, en lugar de intentar lograr nuevas definiciones dogmáticas sobre ella, contempla el colocar a María en la comunión de los santos[24]. Pero quizás el aspecto fundamental de su aporte sea la propuesta de tomar como idea guía en la mariología, el tema de la gracia en lugar de la maternidad. Y teniendo en cuenta su supuesto de que la cercanía de Dios por la gracia y la autonomía humana crecen en proporción directa, se hace más propicio pensar en María en su realidad más humana y cercana al resto de nosotros. Con esta libertad podemos encaminarnos al intento por superar aquel “aislamiento idealizado de una María patriarcalmente femenina”[25].

 



[1] Karl Rahner (1904-1984), jesuita alemán, es considerado por muchos autores como uno de los teólogos más importantes del siglo XX. Nació el 5 de marzo en Friburgo (Alemania). Entró al movimiento jesuita en 1922. Realizo sus estudios de filosofía entre 1922-1924, y de teología entre 1929 y 1933. Se ordenó sacerdote en 1932 y en 1936 se doctoró en teología en Innsbruck (Austria) con un estudio bíblico-patrístico. En 1937 comenzó su docencia en Innsbruck, interrumpida luego por la guerra mundial. Entre 1939-1944 trabajó en el Instituto de pastoral de la diócesis de Viena. En 1949 retoma la actividad académica en la facultad de teología de Innsbruck por 15 años, hasta 1964. En 1962 fue designado perito en el Concilio Vaticano II. En 1967 acepta la invitación para incorporarse a la Universidad de Münster hasta su jubilación en 1971. Después de su estadía en Múnich, se traslada en 1982 a Innsbruck, donde muere el 30 de marzo de 1984.Carlos SCHICKENDANTZ, Karl Rahner, una fuente de inspiración, Documento de Trabajo. Serie Filosofía y Humanidades. EDDUCC, Córdoba 2003, 7.

[2] Karl RAHNER, Dio e Rivelazione. Nuovi Saggi VII, Edizione Paoline, Roma, 1981, 446.

[3] Cfr., Ibíd., 440-441.

[4] Cfr., Ibíd., 443.

[5] Cfr., Karl RAHNER, Mary, Mother of the Lord, trad, de W. J. O´Hara, Nueva York, Herder & Heder, 1963, 30.

[6] Cita de Rahner en Elizabeth A. JOHNSON, “El carácter simbólico de las afirmaciones simbólicas sobre María”, Selecciones de Teología 104 (1987) 261.

[7] Ibíd.,  258.

[8]  Karl RAHNER, “Christianity´s Absolute Claim”,  Theological Investigations, vol. 21, trad. De Hugh Riley, Nueva York, Crossroad, 1988, 107.

[9] Karl RAHNER, Mary, Mother of the Lord…. 52.

[10] Cfr., Elizabeth A. JOHNSON, Verdadera hermana nuestra. Teología de María en la comunión de los santos, Herder, Barcelona 2005, 138.

[11] Karl RAHNER, Fundations of Christian Faith, trad. De William Dych, Nueva York, Seabury, 1978, 120. [En castellano: Curso fundamental sobre la fe: introducción al concepto de cristianismo, trad. De Raúl Gabás Pallás, Barcelona, Herder, 1979.]

[12] Cfr., Elizabeth A. JOHNSON, Verdadera hermana nuestra… 138.

[13] Cfr., Karl RAHNER, Fundations of Christian Faith… 226.

[14] Karl RAHNER, Mary, Mather of the Lord… 78.

[15] Karl RAHNER, Mary, Mather of the Lord… 35.

[16] Ibíd., 40.

[17] Cfr., Elizabeth A. JOHNSON, Verdadera hermana nuestra… 154.

[18] Cfr., Elizabeth A. JOHNSON, Amigos de Dios y Profetas… 180.

[19] Cfr., Karl RAHNER, “Why and How Can We Venerate the Saints?”, Theological Investigations 8, trad. Por David Bourke, Nueva York, Seabury, 1977,  23.

[20] Cfr., Elizabeth A. JOHNSON,  Amigos de Dios y Profetas… 288.

[21] Karl RAHNER, “María en la fe y en la vida cristiana”, Selecciones de Teología 93 (1985) 76.

[22] Ibíd.,  75.

[23] Cfr., Ibíd., 78.

[24] Ibíd.

[25] Elizabeth A. JOHNSON, Verdadera hermana nuestra… 131.


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