POSTMODERNIDAD Y CONSUMISMO

POSTMODERNIDAD Y CONSUMISMO

La economía, como ciencia matemática más avanzada, es a la vez, la ciencia humana más atrasada. Obedientes al cálculo ignoran lo que no es calculable, ni mesurable. En el socialismo capitalista, el dinero es el gran fetiche. [1]

En la sociedad postmoderna el consumir se ha transformado en un fin en sí mismo, compulsivo e irracional. Se ha pasado del ser al tener.

La palabra éxito proviene de la palabra latina exitus, que significa salida, también puede significar término o fin. En una primera instancia significaba tener una salida de algo, ya sea buena o mala. Luego pasó a significar tener una salida buena, y finalmente, en la actualidad, es asociado a tener dinero y fama, como gran exponente de éxito en la sociedad postmoderna. Así se genera un consumir para satisfacer fantasías artificialmente estimuladas. Se ha transformado en un fin en sí mismo, compulsivo e irracional. Se ha pasado del ser al tener.

El deseo enloquece. En lo hondo de nuestro ser afectivo hay una carencia en busca de un objeto imposible. Así el propio deseo queda encubierto hasta que finalmente no sabemos lo que queremos. Además desencadena otros problemas como la envidia, manipulación y frustración. Llegamos a una consciencia anestesiada donde la corrupción se impone al estilo de vida como lo más natural. Lo posible, se hace deseable, y luego, lo deseable se hace necesario (Eric Fromm)[2].

La llegada de la modernidad implicó la conquista y valoración del individuo, que se libera de la tradición y la autoridad, buscar el sentido de la vida desde uno mismo. Pero la libertad puede generar miedo, pues no es tarea fácil. Aparece un vértigo existencial, y ante él nos aferramos de lo que podemos, por ejemplo: el consumo y la diversión, ser felices a toda costa y del modo más fácil y rápido posible. Se habla de la cadena de emociones continuas (cultura zapping) de diversión y consumo. El individuo cae en un individualismo infantil y egocéntrico. Niños con derecho a todo. No puede pasarme nada. Niños llorones. No nos hacemos responsables por nuestros actos, por lo que si me sucede algo, yo soy la víctima. Fruto de la exaltación del narcicismo (“flotación narcisista”).

Otra salida es: la meta está dentro de mí mismo: Homo psicologians, exaltación de la autoestima. El peligro es que debiendo ser ésta sólo una situación de paso, se convierta en meta del desarrollo personal. Cuando en realidad la mejor autoestima es la que llega por amar y trabajar (Freud).

La postmodernidad se ha caracterizado por una exacerbada exaltación del Yo que provoca alergia a todo lo que suponga límite a ése Yo. Postura típica del niño sobreprotegido o abandonado que deriva en narcicismo como ausencia de proyectos colectivos. Elegirlo todo y comprometerme con nada será el lema de nuestra época.  Un ejmplo de ello es lo que hoy llamamos “liberación sexual”, la cual es, en realidad, liberación infantil, y un gran ejemplo de ello es el exhibicionismo.

Las relaciones interpersonales se ven así marcadas por el modo de consumo: usar y tirar. Pero el modo cómo nos relacionamos con las cosas, repercute en las relaciones interpersonales. Y el consumo termina fragilizando tanto los vínculos con las cosas como, y en peor medida, con las personas.



[1] JORNADAS DE PSICOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD Dr. Carlos Domínguez Morano, SJ. Universidad Católica de Córdoba, 10 al 12 de Agosto de 2010. Apuntes propios.

[2] Ver: BRUCKNER, Pascal, La tentación de la inocencia, Anagrama, 2002.


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