Mujeres, Iglesia y reforma: Ser conscientes de los discursos

Mujeres, Iglesia y reforma: Ser conscientes de los discursos

Resulta relevante cómo en el discurso eclesial ha primado durante siglos, y persiste en no pocos ambientes de la jerarquía y agentes pastorales más activos, la idea de cierta excelencia de la mujer, definida a veces como genio femenino, junto a la concepción de que el orden social solo se sostiene adecuadamente si la mujer se mantiene en el espacio doméstico y privado. Siendo sólo las cualidades femeninas, tan bien definidas por los varones, las que mejor llevan a cabo esas tareas; por lo tanto, son ellas las más calificadas para ello y a las que les corresponde ese rol social.

Este discurso social y eclesial sobre las mujeres, que ha dado paso a numerosas críticas por parte de importantes pensadoras feministas,  no sólo contradice la praxis de Jesús y el tipo de relaciones que propició con su mensaje y acciones en su ministerio, sino también  algunas enseñanzas oficiales de la propia Iglesia.

La irrupción de las mujeres haciendo teología a partir del Concilio Vaticano II, más allá de las reacciones de sorpresa, interés o rechazo que pudiera causar,  se encuentra ligada directamente a procesos de renovación dentro de la Iglesia, como a la promoción del laicado y de las mujeres. Por ello es un signo esperanzador,  pues ahonda en la conciencia de un camino de reforma que reconoce la necesidad de recrear una solidaridad eclesial y misionera por parte de todos, desde la plena conciencia de que Dios llama a toda la Iglesia a la santidad a través del bautismo.


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