Las mujeres como «Signo de los Tiempos» y su visibilización eclesial

Las mujeres como «Signo de los Tiempos» y su visibilización eclesial

El cambio epocal pone en evidencia una presencia de las mujeres más poderosa y más reivindicativa, al tiempo que destaca la diversidad como un valor propio de nuestro tiempo. Si las mujeres son un «signo de los tiempos» ¿cómo podemos incidir en su presencia y visibilización en la actividad de la Iglesia? ¿cuáles serían los primeros pasos que dar? ¿por quiénes? ¿qué propondrías a la luz de lo que has estudiado en el curso? ( Boston College: Curso «Las mujeres en la Iglesia» – Sep.-oct. 2019)

Si queremos ser verdaderamente iglesia de Cristo y autocomprendernos como comunidad al estilo de Jesús, fruto del Espíritu, no podemos dejar de preguntarnos cómo es posible que siendo ésta la misión que Cristo nos dejó, seamos justamente  nosotros, como institución religiosa, quienes representamos, al menos para una importante parte de la opinión pública, uno de los mayores adversarios respecto a la igualdad de género. Un gran desafío será el de generar una nueva conciencia, más acorde a la autocomprensión de la Iglesia del concilio Vaticano II que nos lleve a un cambio de paradigma: de uno patriarcal a otro igualitario.

Será necesario también, por parte de la institución, afrontar los nuevos retos pastorales que dicha renovación eclesial supone, en acogida a las necesidades de las mujeres y los que sufren tanto como combatiendo las estrategias de un mundo marcado por una cultura patriarcal de siglos. Requerirá respetar las diferencias y perder el miedo al pluralismo, tanto fuera como dentro de la iglesia, aprendiendo a dialogar sin querer adoctrinar. Empoderar a las mujeres en una praxis eclesial igualitaria deberá incluir una lucha explícita contra el machismo, comenzando por el núcleo de la Iglesia, dedicando tiempo y recursos a la educación y re-educación de clero y laicado. Sólo así podremos comenzar a andar el camino que lleve una paulatina mayor presencia, participación y reconocimiento de las mujeres y de su invaluable aporte a la fe y vida de la Iglesia por tanto tiempo silenciado.

Un gran paso sería que esta nueva presencia más incisiva de las mujeres en la Iglesia, que impulsa el Papa Francisco, sea puesta en las manos e imaginación de las propias mujeres. Que parta de la misma identidad de ser mujeres en la Iglesia desde los distintos estados de vida y desde las diversas comunidades, como sujetos activos en una relación fraterna, sorora e inclusiva. La irrupción de las mujeres haciendo teología ha marcado un hito de renovación dentro de la Iglesia y es un signo de los tiempos. Pero es un signo de los tiempos que no sólo debe ser visto, sino que también debe provocar reflexiones y propuestas que comiencen a ser verdaderos espacios de realización, lugares de trabajo y formas de participación en un caminar juntos, mujeres y varones.


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